EL Final
.
Grita el árbol altanero
con codicia de tocar el cielo
que algún
día lo alimentara,
y ahora
enervado por el peso de las ramas
siente
dolencia en las hojas
el viento
le apacigua el llanto
esparciendo
sobre el enfangado tronco
el fruto ya
madurado,
de sus
brazos carcomidos ya no cuelgan los columpios
apenas
soporta una estrofa de su libro distinguido
Ni que le
cantan los pájaros,
de sus
lagrimas pegajosas huyen los enamorados,
tan solo
espera que llege el hacha
y arranque sus raices del suelo.
Cristina Rodríguez Pérez
Grita el árbol altanero
con codicia de tocar el cielo
que algún
día lo alimentara,
y ahora
enervado por el peso de las ramas
siente
dolencia en las hojas
el viento
le apacigua el llanto
esparciendo
sobre el enfangado tronco
el fruto ya
madurado,
de sus
brazos carcomidos ya no cuelgan los columpios
apenas
soporta una estrofa de su libro distinguido
Ni que le
cantan los pájaros,
de sus
lagrimas pegajosas huyen los enamorados,
tan solo
espera que llege el hacha
y arranque sus raices del suelo.
Cristina Rodríguez Pérez
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